Aunque ha habido algunos avances, la brecha entre los hombre y las mujeres en el acceso a la ciencia y la tecnología persiste. Foto: Reuters.
Augusta Ada Byron, Condesa de Lovelace es una figura poco reconocida en el mundo de la computación. Hija de Lord Byron, fue una destacada matemática y se le atribuye el desarrollo del primer algoritmo de programación que funcionaría en la máquina analítica de Gabbage.
Si bien éste último jamás construyó el dispositivo, antecedente inmediato de las computadoras contemporáneas, Ada Lovelace como fue conocida popularmente, desarrolló el primer programa de cómputo que existió a mediados del siglo XIX. Sin embargo, ni la historia, ni la academia la han tratado con la solemnidad que merece.
La condición de casi invisibilidad de la Condesa de Lovelace es una constante que permanece en las mujeres que se dedican a la ciencia y la tecnología, casi 200 años de sus aportes a las matemáticas y a las ciencias de la computación.
El 8 de marzo no se celebra, se conmemora, pues es el recuerdo de una situación trágica que nos invita a reflexionar sobre el papel y condición de las mujeres en el mundo contemporáneo y la constante inequidad a la que se exponen en prácticamente en todos los ámbitos privados y públicos.
Como era de esperarse, la condición de desigualdad persiste en la ciencia y la tecnología. De acuerdo con el artículo “Desarrollo de las mujeres en la ciencia y la investigación en México: un campo por cultivar”, sólo el 35% del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) son mujeres y prácticamente se concentran en 6 estados: CDMX, Morelos, Edomex, Jalisco, Nuevo León y Puebla.
El dato no es menor, pues el SNI es el organismo público que concentra y apoya a los investigadores de alto nivel en México. De acuerdo con la autora, la persistente inequidad en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país se debe principalmente a la falta de protocolos para evitar la discriminación, a la ausencia de grupos representativos en los comités de evaluación, a la falta de programas que ayuden a visibilizar el trabajo de las mujeres en estos ámbitos y, por supuesto, al acoso y discriminación por parte de colegas.
En cuanto a las perspectivas de acceso y participación de niñas y mujeres en el mundo, la perspectiva no es mejor, pues de acuerdo con metas de la UNESCO se espera que hasta el año 2030 se alcance la equidad de género en desarrollo de tecnologías de información y comunicación.
Aunque cueste reconocerlo, gran parte del problema es cultural, pues los referentes de las mujeres en la ciencia en medios, videojuegos y literatura son mínimos y altamente cosificados y sexualizados. La imagen que las niñas tienen de sí misma en estos contextos no resulta la mejor y eso se refleja al momento en que deciden elegir una carrera.
De acuerdo con el estudio “Cracking the code: Girls’ and women’s education in science, technology, engineering and mathematics (STEM)”, desarrollado por la UNESCO, al momento de decidirse a estudiar una carrera profesional las mujeres prefieren las licenciaturas asociadas con educación, salud y ciencias sociales. Las ingenierías y las relacionadas con tecnologías de información y comunicación son las que menos demanda tienen por parte de las féminas.
La ciencia y la tecnología son grandes impulsores del cambio y de la mejora en el bienestar y en las expectativas de vida. Por tanto, para lograr la equidad hay que romper con los estereotipos, después crear programas de apoyo y capacitar y sensibilizar a las autoridades responsables para tener mejores resultados en menor tiempo. Publicado